Lo miro. Lo vuelvo a mirar. Sé que le supo mal, pero ahora está ahí, tranquilo. La ha cagado. La ha cagado mucho. Pero no ha entrado en ningún bucle autodestructivo, ni ha empezado a maldecirse en voz alta, ni ha perdido los nervios, ni ha echado por tierra todo su trabajo. Y este es su punto fuerte. Su valor más preciado.

Esa es la gran diferencia entre su carácter y el mío: él tiene autoestima. Y confianza en si mismo. Y seguridad.  Se autoevalua. Reconoce sus errores. Aprende de sus malas decisiones. Pero después sabe perdonarse. Se acepta y se gusta. Y aunque es consciente que debe mejorar algunas cosas, no se pasa el día reprochándose a si mismo cada uno de sus errores. No se machaca pensando todas las cosas que podría haber hecho mejor o de otra manera. Él no cree, en absoluto, que cada cosa que haga mal, cada nuevo error -que los tiene, como todo el mundo- invalide toda su labor anterior. Y a mi me gustaría sentirme así, como él, más fuerte y más segura.

Pero, ¿por qué la mayoría de veces,  me convierto en mi peor enemigo?. ¿Por qué me juzgo con tanta dureza?. ¿Por qué somos tan autocríticos, porque nos exigimos tanto?. La autocrítica es la capacidad de distinguir nuestros propios defectos y enfrentarnos a ellos para corregirlos y que no se sigan repitiendo. Es admitir nuestros errores y tener la voluntad de enmendarlos. Hasta ahí todo bien, porque estamos hablando de un hábito beneficioso y necesario para evolucionar: estamos hablando de una autocrítica positiva y constructiva. La autocrítica positiva nos hará crecer, mejorar y madurar -no ser nada autocrítico es un problema que nos traerá graves consecuencias personales, laborales, familiares) sino se resuelve-.

Ahora bien, cuando cuestionas cada palabra que dices, cada paso que das y siempre crees que podrías haberlo hecho mejor. Cuando invalidas todas tus opiniones por un pequeño error. Cuando te miras al espejo y opinas que tus orejas son puntiagudas, tus ojos pequeños y tus tobillos demasiado gruesos. Cuando después de un contratiempo provocado por una equivocación tuya o una mala decisión, entras en un bucle de pensamientos negativos. Cuando cometes un error y ya nunca te lo perdonas. Cuando no te quieres, cuando no cesas de juzgarte -siempre para mal-, cuando crees que eres un desastre y que tienes la culpa del agujero en la capa de ozono...  ya no estamos hablando de autocrítica constructiva. Estamos hablando de autocrítica negativa, de falta de autoestima, de un gran sentimiento de culpa y de resentimiento hacia uno mismo.